Revista Amanecer nº 25 - Diciembre 2022
El Papa emérito, Benedicto XVI, al comienzo su pontificado dijo que no es el poder quien redime, sino el amor. Asistimos en nuestros días a todo un abanico de concepciones del poder y maneras de ejercer la autoridad, tanto en el campo político, como en el religioso. Desde el poder se ha cocinado y filtrado concepciones de vida espantosas queridas y programadas en la sociedad: se han derrotado valores morales, dañado la naturaleza, trastocado las economías y, lo que aún peor, se ha introducido y alimentado una manera de concebir la vida, que induce al hombre y la mujer de hoy a un vacío, que lejos de ayudarle a encontrar su propia identidad, se le ha escondido, anestesiándole con sucedáneos engañosos. Los políticos con su dominio sobre los medios de comunicación ofrecen salidas para todo, envuelven con sus medias verdades y embaucan con sus promesas, olvidándose del cuidado de las personas en favor de su persona. Desde el punto de vista religioso, en la dedicación a conservarse como organización “jurídicamente perfecta” y a la vigilancia de los problemas internos, la iglesia ha gastado sus fuerzas empobreciendo el testimonio; la relajación, el abandono de tradiciones por no saber actualizarlas, las rutinas y compensaciones en acomodos, la falta de liderazgo y tantas cesiones han llevado a asimilaciones y pérdidas de las diferencias, convirtiéndose en insustancial.